Oficina de prensa FFLV
En el acto se tuvo una intervención musical que estuvo a cargo de su sobrino, el Rey Vallenato, Eliécer Ochoa, quien estuvo acompañado de Calixto Jr. Ellos, interpretaron varias canciones que nunca pasan de moda y donde se relatan hechos cotidianos con un alto contenido social y cultural.
El foro y conversatorio sobre vida y obra del maestro Calixto Ochoa Campo, llenó las expectativas por la calidad de la temática desarrollada por los expositores invitados y por la organización que le dió la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata, bajo la coordinación del profesor José Atuesta Mindiola. La conclusión fue la más acertada cuando se emitió la declaración: “Calixto Ochoa es grande entre los grandes”.
Respecto al conversatorio, llamó poderosamente la atención el conocimiento que los familiares y amigos tienen del homenajeado. En este acto recordaron historias inéditas, su familiar Milciades Rodríguez Ebracht, el periodista William Rosado Rincones, su amigo y mayor coleccionista de su música Lizandro Ortiz, el compositor Juvenal Daza Bermúdez y el investigador cultural Juan Cataño Bracho.
En su charla Lizandro Ortiz, hizo una petición pública al gobierno departamental y municipal para que le construyan al maestro Calixto Ochoa un monumento en su tierra natal, Valencia de Jesús.
El profesor José Atuesta Mindiola, quien coordinó el foro y conversatorio, destacó la asistencia del público durante los dos días y la calidad de las exposiciones lo que llevó a conocer más la vida y obra del maestro Calixto Ochoa, desde el punto de vista literario donde se exaltó en todos sus aspectos como cantante, compositor y acordeonero.
Finalmente el profesor José Atuesta Mindiola leyó una nota de su autoría titulada: ‘Una leyenda de Valencia de Jesús’:
"Dice una leyenda, que el último cacique Poponí, de los indígenas Chimilas en Valencia de Jesús, pocas horas antes de morir hizo una revelación: "En este pueblo nacerá un niño que hará historia con su talento. Crecerá como todos los niños del pueblo, y en las horas de descanso caminará en silencio para que su cuerpo se impregne del viento cantarino de los árboles del río. Y de noche, en la soledad del patio, se detendrá a contemplar los cortejos celestes de la luna. Empezará a tocar un pequeño instrumento de botones; viajará a otros horizontes y, sin olvidar a su tierra, se hará un músico famoso: la nostalgia pintará sus sueños; caerá lluvia de sus ojos sobre lirios marchitos; navegará por el fondo del mar buscando las huellas de su amada, y hará célebres con sus canciones a personajes anónimos de los pueblos. Será coronado Rey en un festival de música folclórica; y después, por la grandeza de su vida y obra, recibirá muchos homenajes. En el atardecer de sus días, tendrá de custodia, una compañera, tan dulce como su nombre. Y será recordado por todos los que sienten su música como la ensoñación del alma y la diversión del cuerpo”.
No hay duda que el niño de esa leyenda es Calixto Antonio Ochoa Campo. La belleza del paisaje de su infancia y las notas de los acordeones de sus hermanos, fueron el despertar de su talento musical: precioso regalo de Dios.
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