martes, 17 de abril de 2012

Lo que nos deja la Cumbre

·         Editorial
·   EL HERALDO
16 de Abril de 2012




 Hay que cerrar la página de esta Cumbre y esperar que en el próximo encuentro de 2015, en Panamá, asistan todos los países del Continente y se logren superar las ausencias y omisiones de la cita de Cartagena.

El desarrollo de la VI Cumbre de las Américas en Cartagena deja un balance de logros positivos como de aspectos por mejorar en futuras ediciones de este evento.
Iniciemos reconociendo como un hecho loable el que en los 25.000 kilómetros cuadrados de la Ciudad Heroica convivieran más de diez mil visitantes provenientes de todos los rincones de América con sus diferentes creencias, idiomas, culturas, etnias, edades, profesiones, estatus sociales y roles. Allí estuvieron confundidos, como en una torre de Babel, magnates con sindicalistas, jóvenes con adultos y mayores, iletrados con profesionales, pobres con ricos, afrodescendientes con blancos, incas con mayas, aztecas con chibchas, gauchos con caribes.
Se estima que los grandes protagonistas de la Cumbre fueron los presidentes Dilma Rousseff, Juan Manuel Santos y Barack Obama. De otro lado, fue una inmejorable vitrina de Colombia ante el mundo, y es muy destacable el liderazgo y la diligente gestión diplomática del gobierno del presidente Juan Manuel Santos en aras de la integración de los países de América. Igualmente, en la retina del mundo quedó la novedosa puesta en marcha de la Cumbre Social, con foros paralelos en los que se dieron cita actores antes excluidos.
De positivo también nos queda el traslado a la OEA del análisis de la política antidrogas, la aprobación de un sistema interamericano contra el crimen, y una cumbre empresarial en la que debatieron temas sensibles como la estrategia de lucha contra las drogas y la defensa de la educación de la niñez desprotegida, entre otros. Asimismo, queda para el recuerdo la ‘foto familiar’ de todos los presidentes que permanecieron hasta el final, el partido de fútbol jugado por Juan Manuel Santos y Evo Morales, la emocionante intervención de la niña Gabrielle Rodríguez, la rumba de Hillary Clinton en ‘La Havana’, y las participaciones del colibrí y el burro de Turbaco en representación del reino animal.

No obstante, también hay quienes expresaron que en esta Cumbre no se colmaron totalmente las expectativas previamente existentes. Esta especie de desilusión se ha vivenciado en anteriores cumbres y en muchos otros cónclaves internacionales en que se reúnen autoridades y grandes personalidades, más para integrarse y mejorar las relaciones entre sus países que para tomar decisiones trascendentales.
Gran sinsabor dejó en muchos mandatarios participantes el hecho de que –tal cual ocurrió en las dos últimas cumbres hemisféricas– no se dio la tan esperada declaración final de los presidentes por falta de consenso en temas esenciales que, diplomáticamente, fueron esquivados para no generar escozores inmanejables. La presidenta de Argentina, Cristina Fernández, no asistió a la cena de gala y se retiró de la Cumbre antes de su final por no haberse tratado las reclamaciones argentinas de soberanía sobre las Malvinas. Y fueron notorias las sillas vacías de los presidentes de Ecuador, Nicaragua y Venezuela, excusado por salud, quienes con otros mandatarios asistentes reclamaron la aceptación de Cuba en la OEA y su invitación a futuras cumbres.
De igual manera, algunos mandatarios mostraron su malestar ante la actitud de Estados Unidos por pretender imponer su propia agenda sin tener en cuenta el abordaje de los temas convenidos, y mostrarse en total desacuerdo con la propuesta de despenalización de las drogas. Obama, en campaña por la reelección presidencial, no se atrevió a desafiar a los republicanos.
Además de las manifestaciones de rechazo ante los supuestos costos excesivos del evento, se ha considerado como el principal lunar de la Cumbre el escándalo sexual de los guardaespaldas del presidente Barack Obama.

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