A propósito de la partida del acordeonero Miguel Antonio López Gutiérrez
La muerte de un Rey
Elizabeth Miranda Guerra,educadora y escritora.
Supervisora Distrital de Educación Barranquilla
Barranquilla, martes 12 de septiembre 2023
Doy
por hecho, que la madrugada de hoy 12 de septiembre del año 2023, no pudo ser
más oscura y silente, allá en mí Valledupar. Todavía, la Sierra Nevada, eterna
centinela de la tierra del Cacique Upar, dormía profundamente. Tal vez, un poco
cansada, de tanto mirar y vigilar sempiterna a la ciudad y su Río Guatapurí y
cuidando el camino de los Arhuacos, nuestros hermanos mayores. La venció el sueño y no sintió las
acompasadas notas del acordeón de Miguel Antonio López Gutiérrez, quien fue a
"ponerle" la última serenata de su parte. El quinto “Rey” del
Festival de la Leyenda Vallenata murió.
En
el año 1972 “coronaron Rey” al “bigotón” del vallenato. No fue en la
tradicional Plaza Alfonso López Pumarejo, sino en el Estadio Chemesquemena.
La historia del ya renombrado festival se
rompe en dos. El casi inmortal palo e´ mango no saludó al “Rey”. El nuevo “Rey”, quebró la tradición del
acordeonero cantante (virtud que no le fue dada a “Migue”, como se le decía), y
es por primera vez, que un integrante del conjunto concursante, fuera del acordeonero, canta. Lo hace Jorge
Antonio Oñate González; a quien, al poco tiempo, primero llamaron “El Ruiseñor
del Cesar”, “El Jilguero del Cesar” y después de Colombia y después de
América. (Por ahí tengo un compadre, Luis Eduardo Martínez Arroyo,
"oñatero" de nacimiento y "Coyongalero por adopción" , que
le dice “El Jilguero del mundo de la bolita y el bolón”) quien fungió como
“guacharaquero” y cantante.
Nadie
como Migue “Lópe” (así se dice en mi tierra), para tocar los bajos con tanta
maestría y audacia. Esas habilidades, del gran Rey y maestro, llevaron a Jorge
Oñate, a lanzar la frase: “oigan... los
bajo de Miguel “Lope”, con un pícaro doble sentido, para empequeñecer y
atormentar a los otros acordeoneros, cuando en las producciones musicales, en
parranda o presentaciones en casetas, “Migue”, se fajaba a hacer “hablar”
cadenciosamente los bajos.
El
“quinto Rey de la Leyenda Vallenata”, Miguel Antonio López Gutiérrez, compartió
su vida con “tres reinas” oficiales, con quienes tuvo una prole numerosa (doce
entre las tres, seis hombres y seis mujeres).
Su
“majestad el Rey”, coronado en 1972, no tenía castillos, ni fortalezas. Su armadura era un acordeón. No libró guerras
ni batallas, para despojar a nadie de sus tierras, no colonizó, no invadió. No
emprendió cruzadas. No tuvo lacayos ni súbditos ni ejércitos. Tuvo seguidores, defensores de su estilo y
fanáticos y verdaderos amigos. No tenía
abolengo pero sí su DINASTÍA. No era de sangre azul sino de pueblo. El
"Rey", no tenía nombre de Rey.
No
andaba en diligencias con espada al cinto. Un
El “Rey”, era un hombre afable, sencillo. Nunca se sintió superior a
nadie.
El
“Rey”, reinó en su finca “La Providencia”, por lo cual decía: “Siempre me gustó
la agricultura y allá me siento feliz, rodeado de la naturaleza y de ratos de
tranquilidad. Puedo decir que he tenido una vida grata, y, gracias a Dios, han
reconocido mi aporte a la música vallenata, que se creció con el paso de los
años”.
El
“Quinto Rey del Festival Vallenato”, Miguel Antonio López Gutiérrez, no es
mitológico, pero sí LEYENDA.
¡El “Rey” NO ha muerto...! ¡Viva el Rey...!
Fotos Fundación Verde Biche / William De Ávila Rodríguez
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