Letras Nómadas
𝐄𝐥 𝐞𝐬𝐜𝐫𝐢𝐭𝐨𝐫
𝐡𝐮́𝐧𝐠𝐚𝐫𝐨
𝐋𝐚́𝐬𝐳𝐥𝐨́
𝐊𝐫𝐚𝐬𝐳𝐧𝐚𝐡𝐨𝐫𝐤𝐚𝐢
𝐡𝐚
𝐫𝐞𝐜𝐢𝐛𝐢𝐝𝐨
𝐞𝐥
𝐍𝐨𝐛𝐞𝐥
𝐝𝐞
𝐋𝐢𝐭𝐞𝐫𝐚𝐭𝐮𝐫𝐚
𝟐𝟎𝟐𝟓
𝐩𝐨𝐫
𝐬𝐮
"𝐨𝐛𝐫𝐚
𝐜𝐨𝐧𝐯𝐢𝐧𝐜𝐞𝐧𝐭𝐞
𝐲
𝐯𝐢𝐬𝐢𝐨𝐧𝐚𝐫𝐢𝐚",
𝐬𝐞𝐠𝐮́𝐧
𝐡𝐚
𝐚𝐧𝐮𝐧𝐜𝐢𝐚𝐝𝐨
𝐞𝐬𝐭𝐞
𝐣𝐮𝐞𝐯𝐞𝐬
𝐥𝐚
𝐀𝐜𝐚𝐝𝐞𝐦𝐢𝐚
𝐒𝐮𝐞𝐜𝐚.
Monólogos enfebrecidos, brotes
de esquizofrenia dulces y humorísticos, suicidas kafkianos, reverendos
bebedores, pandillas de adolescentes que son como manadas de lobos, demonios
como de Bulgakov, paisajes distópicos como de Jodorowski y Moebius... De ese
material están hechas las historias de László Krasznahorkai, el escritor
húngaro que ha recibido este jueves el premio Nobel de Literatura 2025 que
concede la Academia Sueca.
La candidatura al Nobel de
László Krasznahorkai la presentó el escritor noruego Jon Fosse, ganador del
premio en 2023. En conversación con EL MUNDO, Fosse se ha declarado "muy
contento de que Krasznahorkai haya recibido el Nobel". "En realidad,
solo he leído una de sus novelas, Y Seiobo descendió a la Tierra, pero esa
novela me causó una gran impresión y es una de las mejores novelas que he leído
en muchos años. Sin duda leeré más novelas suyas, ya lo tenía planeado, y ahora
tengo aún más ganas de hacerlo. Es una elección realmente acertada de la
Academia Sueca", ha dicho Fosse.
Por su parte, el fallo del
jurado del Nobel de Literatura se ha referido a la "obra convincente y
visionaria que, en medio del terror apocalíptico, reafirma el poder del
arte", según declaró Mats Malm, secretario permanente de la Academia Sueca.
Algunos datos sobre László
Krasznahorkai. Nació en 1956, en el año de la invasión soviética sobre Hungría.
Su primera novela, Tango satánico (1985) sólo apareció en el crepúsculo de ese
edad de plomo, pero su formación estuvo marcada por ella. Aquel debut era una
política-ficción que jugaba con la idea de un estado socialista que se
derumbaba y se convertía en una distopía delirante llena de borrachos llenos de
ironía y de antiguos informantes paranoicos a los que visita el diablo, nada
menos. Tango satánico apenas tiene 300 páginas en su edición española (editada
por Acantilado), pero se convirtió en una película en blanco y negro de siete
horas dirigida por Béla Tarr que ha queddo para la historia como uno de los
sietemiles del cine europeo.
László Krasznahorkai contó en
2018 en EL MUNDO que Tarr ya le presionaba para filmar su novela cuando aún no
la había terminado y que él lo rehuía. «Al final, me convenció. O le convencí
yo a él, más bien. Siempre acabábamos haciendo la película que yo quería, pero
con las ideas que él no sabía que tenía», dijo entonces el nuevo Nobel.
"Recibimos mucha presión del gobierno comunista para no llevar adelante un
proyecto tan crítico. Para que Béla no se matase, seguí escribiendo novelas y
prometiéndole que le ayudaría a llevarlas al cine»..
En 1987, en vísperas de la
caída de Berlín, László Krasznahorkai, se fue becado a Alemania y empezó una
larga vida de escritor desterrado. La siguiente novela del Nobel de Literatura
2025, Melancolía de la resistencia (1989), amplió el territorio del escritor
húngaro. Si Tango satánico era un texto básicamente expresionista, Melancolía
de la resistencia tenía más que ver con el surrealismo, con la cultura popular
y las verbenas, con el humor dadaísta, con el realismo mágico y con la
fascinación por la música barroca. El punto de partida era el mismo, un mundo
de plomo y deshumanizado en el que el más fuerte impone su ley. Los ciudadanos
de Krasznahorkai son como ratoncitos que pelean por escalar en la rueda del
estatus del Partido, hasta que un circo llega a su pueblo y abre las grietas
que desvelan lo absurdo de su vida.
De nuevo, Béla Tarr filmó a
Krasznahorkai e hizo una película de culto. Las armonías Werckmeister, cuyo
título alude a Andreas Werckmeister, un compositor y teórico del siglo XVII que
aparece en el quicio de la novela como una obsesión sacada de la historia del
arte.
El hilo de Werckmeister lleva
hasta Guerra y guerra, porque en su corazón también aparece un tesoro del
pasado. György Korin un sacerdote bebedor y suicida, trabaja en soledad en un
archivo en el que descubre un manuscrito que relata la campaña de guerra de
cuatro hermanos. Con ese hallazgo, Korin entra en un tren fantasmagórico que lo
deja abandonado en medio de una estepa vacía. Y allí lo asalta una banda de
adolescentes atracadores que se convertirán en su coro griego.
Las novelas de Krasznahorkai
son así, complejos engranajes como de relojería construidos con historias que
se insertan en otras historias, que remioten a la gran literatura del siglo XX
y a la tradición del carnaval y la cultura popular. Sus escenarios son
solitarios, casi lunares, y sus personajes están al borde de la locura, pero
también son chistosos y dulces. Hablan del absurdo cósmico pero también son
zafios y graciosos.
"En realidad, yo no
quería ser escritor; no quería ser nada", dijo Krasznahorkai en una
entrevista que apareció publicada en EL MUNDO en 2024. "Siendo todavía muy
joven rompí la relación con el mundo burgués del que provengo y descendí hacia
las personas que vivían en lo más bajo de la sociedad e hice lo que hacían
ellos: hice trabajos físicos. Todo eso sólo duró unos años, pero marcó
profundamente mi vida futura. Después comencé a escribir un libro y luego, como
no lo consideré perfecto, escribí otro y así sucesivamente. Y al final aquí
estoy ". Ese año, el escritor húngaro había recibido el el Premio
Formentor en las manos. "No puedo entregarlo a quienes corresponde: al
príncipe Mishkin, a Josef K., a Don Quijote".
Krasznahorkai, tantas veces
descrito como posmoderno, se explica a través de tres personajes clásicos en la
literatura europea. Sus textos, en el fondo, son austeros, casi minimalistas
para lo complejas que son sus historias.
El escritor húngaro sucede en
el premio a la surcoreana Han Kang, que el año pasado fue la inesperada
receptora del reconocimiento de literatura más importante del año, dotado con
casi un millón de euros (11 millones de coronas suecas). Los anteriores ganadores
fueron Jon Fosse (2023), Annie Ernaux (2022) y Abdulrazak Gurnah (2021).
Entre los favoritos de este
año figuraban, según las casas de apuestas, Gerald Murnane, Cristina Rivera
Garza, Anne Carson, Mircea Cartarescu, Thomas Pynchon, Amitav Ghosh, Can Xue,
Fleur Jaeggy, Michel Houellebecq, Alexis Wright, Haruki Murakami y el español
Enrique Vila-Matas.
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