Magdalena
Gatius
Literatura para Latinoamérica
"En
agosto nos vemos” tiene muchísimos y muy disfrutables méritos y nada que impida
gozar de lo más sobresaliente de la obra de Gabo: su capacidad de invención, la
poesía del lenguaje, la narrativa cautivadora, su entendimiento del ser humano
y su cariño por sus vivencias y sus desventuras, sobre todo en el amor.
Llega
como un recordatorio de que, incluso después de la muerte de un genio
literario, su capacidad de asombrar y conmover sigue viva. Una vez más, García
Márquez nos invita a un viaje a través de las palabras, donde el tiempo se
detiene y el deseo de la narración se despliega en su máxima expresión. Refleja
la creatividad y el lenguaje melódico por los que el autor es conocido
mundialmente.
La
trama de la novela nos adentra en la vida de Ana Magdalena Bach, quien, cada
mes de agosto, durante veintiocho años, emprende un viaje a la isla donde
descansan los restos de su madre.
Las
visitas a la tumba, sobre la que deposita un ramo de gladiolos mientras le
cuenta las novedades familiares, se convierten en una ocasión para
transformarse, una vez al año, en una persona completamente diferente.
García Márquez teje una historia que celebra la vida y la capacidad de disfrutar, a pesar del implacable avance del tiempo y el deseo femenino.
Fragmento
El
relato que narró el Nobel colombiano en Casa América comienza así: “Volvió a la
isla el 16 de agosto en el transbordador de las tres de la tarde. Llevaba una
camisa de cuadros escoceses, pantalones de vaquero, zapatos sencillos de tacón
bajo y sin medias, una sombrilla de raso y, como único equipaje, un maletín de
playa. En la fila de taxis del muelle fue directo a un modelo viejo y carcomido
por el salitre. El chófer la recibió con un saludo de viejo conocido y se lanzó
dando tumbos a través del pueblo indigente, con casas de bahareque y techos de
palma amarga, y calles de arenas blancas frente a un mar ardiente”.
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