domingo, 23 de diciembre de 2012

Poemas de Ledo Ivo


De la página wed antoniomiranda.com.br


Ledo Ivo.
Foto Casamerica. Tomada de acantilado.wordpress

De
Ledo Ivo
PLENILUNIO
Traducción de Martín López-Vega
Barcelona: Vaso Roto Ediciones, 2010.
129 p.  ISBN 978-84-936423-6-5


SONETO DA NEVE

Quando te amo, penso sempre na neve,
em uma neve branca como o esperma.
Penso sempre na neve quando te possuo,
ver a neve que cai entre as bétulas.

Em minha meninice sempre desejei
ver a neve cair, atravessar a branca
escuridão da neve que, entre o dia e a noite,
devolve ao mundo negro um branco seminal.

Eu sempre desejei que o mundo fosse a alvura
da neve, da brancura virginal
do alvo lençol imune a qualquer mácula.

E a neve cai em mim e cai na desolada
noite escura da alma, a neve do silencio,
a imaculada e frígida alvura do nada.


SONETO DE LA NIEVE

Cuando te amo, pienso siempre en la nieve,
en una nieve tan blanca como el esperma.
Pienso siempre en la nieve cuando te poseo,
en la nieve blanca que cae entre los abedules.

En mi infancia siempre deseé
ver la nieve caer, atravesar la blanca
oscuridad de la nieve que, entrre el día y la noche,
devuelve al mundo negro un blanco seminal.

Siempre deseé que el mundo fuera la blancura
perfecta de la nieve, la blancura virginal
de la blanca sábana inmune a cualquier mancha.

Y la nieve cae en mí y en la desolada
noche oscura del alma, nieve del silencio,
inmaculada y frígida albura de la nada.


A MUDANÇA
Mudo todas as horas.
E o tempo, sem demora,
muda mais do que fia.

Mudo mas permaneço
bem longe das mudanças.
Como uma flor, floresço.
Sou pétala e esperança.

Mudo e sou sempre o mesmo,
igual a um tiro a esmo.
Como um rio que corre.

Sem sair de onde estou,
de tanto mudar sou
o que vive e o que morre.


EL CAMBIO

Cambio cada día.
Cambio a cada hora.
Y el tiempo, sin demora,
cambia más de lo que fía.

Cambio pero permanezco
bien lejos de todo cambio.
Como una flor, florezco.
Soy pétalo y esperanza.

Cambio y soy simpre el mismo,
igual que un disparo al azar.
Como un río que corre.

Sin salir de donde estoy
de tanto cambiar soy
el que vive y el que morre.


De
Ledo Ivo
CALIMA
Traducción de Martín López-Veja
Barcelona: Vaso Roto Ediciones, 2011.
129 p.  ISBN 978-84-15168-08-9

O DIA INACABADO

Como todos os homens, sou inacabado.
Jamais termino de ser.
Após a noite breve um longo amanhecer
me detém no umbral do dia.
Perco o que ganho no sonho e no desejo
quando a mim mesmo me acrescento.
Toda vez que me somo, subtraio-me,
uma porção levada pelo vento.
Incompleto no dia inacabado,
livre de ser ainda como e quando,
sigo a marcha das plantas e das estrelas.
E o que me falta e sobra é o meu contentamento.


EL DÍA INACABADO

Como todo hombre, estoy inacabado.
No acabo nunca de ser.
Tras la noche breve un largo amanecer
me detiene en el umbral del día.
Pierdo cuanto gano en el sueño y el deseo
cuando a mí mismo me añado.
Cada vez que me sumo, me resto:
fragmento soy llevado por el viento.
Incompleto en el día inacabado,
libre aún de ser cómo y cuándo,
sigo la marcha de las plantas y las estrellas.
Y cuanto me falta y sobra es mi satisfacción.


FIRMAMENTO

No dia cheio de estrelas
como a noite aguardo o vinto
que vai espalhar a minha alma
no firmamento.

Na noite da ventania
a morte será um frêmito,
o luzir de uma luz negra
no firmamento.

E tudo será silêncio
e será esquecimento
na eternidade da noite
e do vento.


FIRMAMENTO

En el día lleno de estrellas
como la noche espero el viento
que esparcirá mi alma
por el firmamento.

En la noche de galerna
la muerte será un estremecimiento,
el resplandor de una luz negra
en el firmamento.

Y todo será silencio,
y todo será olvido
en la eternidad de la noche
y del viento.


De
Ledo Ivo
RUMOR NOTURNO
Traducción de Martín López-Vega
Barcelona: Vaso Roto, 2009
228 p.  ISBN 978-84-935842-7-6

O JOGO

No dia perdido, no dia estilhaçado,
tudo é dividido ou multiplicado.

O eu e eu duplo atravessam a praça
colados numa efígie de moeda ou selo.

O uno vira triplo no alto da escada
e se derrete ao sol como uma pedra de gelo.

O singular é plural. O vento varre
o tombadilho do navio ancorado

e um fanal de espuma aponta o momento
da última pá de cal. Então o todo e a parte

se fundem afinal em ninguém e em nada.


EL JUEGO

En el día perdido, en el día hecho astillas,
todo se divide o se multiplica.

El yo y su doble atraviesan la plaza
pegados en una efigie de moneda o sello.

Lo uno se vuelve triple al subir la escalera
y se derrite al sol como una piedra dy hielo.

Lo singular es plural. El viento barre
la cubierta del navío anclado

y un fanal de espuma señala el momento
de la última pala de cal.  Entonces el todo y la parte

se funden por fin en nadie y en nada.


OS POEMAS

É meu corpo que escreve os meus poemas.
Minha alma é a sucursal da minha mão.
As palavras me buscam no silêncio.
Palavras são estrelas que reclamam
o papel branco: céu, constelação.


LOS POEMAS

Es mi cuerpo quien escribe mis poemas.
Mi alma es una sucursal de mi mano.
Las palabras me buscan en el silencio.
Las palabras son estrellas que reclaman
un papel en blanco: cielo, constelación.


De
Lêdo Ivo
LA ALDEA DE SAL
Selección y traducción de
Guadalupe Grande y Juan Carlos Mestre
Madrid: Calambur  Poesía 95, 2009.
188 p.  ISBN  978-84-8359-246-8


AS ILUMINAÇÕES

Desabo em ti como um bando de pássaros.

E tudo é amor, é magia, é cabala.
Teu corpo é belo como a luz da terra
na divisão perfeita do equinócio.

Soma de céu gasto entre dois hangares,
és a altura de tudo e serpenteias
no fabuloso chão esponsalício.

Muda-se a noite em dia porque existes,
feminina e total entre os meus braços,
como dois mundos gêmeos num só astro.


LAS ILUMINAÇÕES

Me derrumbo en ti como una bandada de pájaros.

Y todo es amor, es magia, es cábala.
Tu cuerpo es bello como la luz de la tierra
en la frontera perfecta del equinoccio.

Suma del cielo consumado entre dos hangares,
eres la altura de todo y serpenteas
en los fabulosos esponsales de la tierra.

Se transforma la noche en día porque existes,
femenina y total entre mis brazos,
como dos mundos gemelos en un solo astro.


PRIMEIRA LIÇÃO

Na escola primária
Ivo viu a uva
e aprendeu a ler.

Ao ficar rapaz
Ivo viu a Eva
e aprendeu a amar.

E sendo homem feito
Ivo viu o mundo
seus comes e bebes.

Um dia num. Muro
Ivo soletrou
a lição da plebe.

E aprendeu a ver.
Ivo viu a ave?_
Ivo viu o ovo?

Na nova cartilha
Ivo viu a greve
Ivo viu o povo.


PRIMERA LECCIÓN

En la escuela primaria
Ivo vio la uva
y aprendió a leer.

Al hacerse muchacho
Ivo vio a Eva
y aprendió a amar.

Y ya un hombre
Ivo vio el mundo
sus alimentos y bebidas.

Un día en un muro
Ivo deletreó
la lección de la plebe.

Y aprendió a ver.
¿Ivo vio el ave_
¿Ivo vio el huevo_


En la nueva cartilla
Ivo vio la huelga
Ivo vio el pueblo.



De
Lêdo Ivo
MÍA PATRIA HÚMEDA / MINHA PÁTRIA ÚMIDA
Veracruz, México: Cuadernos de Veracruz, 2006
107 p.



SONETO DO AMANHECER

O DIA
Sem mancha
Que tisne
Sua alvura

De cisne
Imaculado
Muro branco
Branco

De luz
E cal
Na pura

Brancura
Da manhã
De sal



SONETO DEL AMANECER

EL DÍA
Sin mancha
Que tizne
Su albura

De cisne
Inmaculado
Muro blanco
Blanco

De luz
Y cal
En la pura

Blancura
De la mañana
De sal

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O LADRÃO

QUANDO deixei Maceió, fechei a porta do mar
E enxotei os navios que insistiam em seguir-me.
Tive de aninhar o vento nos corredores
Das casas brancas que guardam lacraias.
Mas o mar me acompanhou até nos sonhos,
Igual ao sol azul que sustenta o mormaço.
O vento veio voando e era um bando de pássaros.
A chuva da minha infância continua caindo
Com o seu séquito de tanajuras e caranguejos.
Até as dunas caminham ao meu encontro
E me rodeiam, exigindo que eu devolva
A chave de areia e o oceano roubado.

EL LADRÓN

CUANDO dejé Maceió, cerre la puerta del mar
Y ahuyenté los navíos que insistían en seguirme.
Tuve que anidar el viento en los corredores
De las casas blancas que guardan alacranes.
Pero el mar me acompañó hasta en sueños
Igual al sol azul que sustenta el bochorno.
El viento vino volando y era un bando de pájaros.
La lluvia de mi infancia continúa cayendo
Con su séquito de hormigas voladoras y cangrejos.
Hasta las dunas caminan a mi encuentro

Y me rodean, exigiéndome que devuelva
La llave de arena y el océano robado.


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A CARGA

UMA rua me conduzia até o porto.
E eu era a aruá com as suas janelas dilaceradas
E o sol depositado na areia materna.
Eu levava para a beira do mar tudo o que surgia
À minha passagem: portas, rostos, vozes, colônias de cupim e
Réstias de cebola que amadureciam na sombra
Dos armazéns providos. E sacos de açúcar. E as chuvas
Que haviam enegrecido os telhados das casas.
Era um dia de dádivas. Nada estava perdido.
As ondas celebravam a beleza do mundo.
A terra ostentava a promessa de vida.
E eu depositava a minha leve carga
Nos porões dos navios enferrujados.


LA CARGA

UMA calle me conducía hasta el puerto.
Y yo era la calle con sus ventanas destrozadas
Y el sol depositado en la arena materna.
Llevaba hacia la orilla del mar todo lo que surgía
A mi paso: puertas, rostros, voces, colonias de termitas y
Ristras de cebolla que maduraban en la sombra
De próvidos almacenes. Y sacos de azúcar. Y las lluvias
Que habían ennegrecido los tejados de las casas.
Era día de dádivas. Nada estaba perdido.
Las olas celebraban la belleza del mundo.
La tierra ostentaba la promesa de la vida.
Y yo depositaba mi leve carga
En los sótanos de oxidados navíos.


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LOS MURCIÉLAGOS

Versión de José Emilio Pacheco


En la cornisa de la aduana se ocultan los murciélagos.
Pero ¿dónde se esconden los hombres
que vuelan en tinieblas toda su vida y se estrellan
en la blancas paredes del amor?

La casa de nuestro padre estaba llena de murciélagos:
Candelabros pendientes de las vigas, sostén
del techo amenazado por la lluvias.
“Estos hijos nos sorben la sangre”, se quejaba mi padre.

¿Quién lanzará la primera piedra contra este mamífero
que, como el hombre, se alimenta de la sangre
(¡hermano! hermano!) y exige, comunitario,
aun en tinieblas el sudor de su prójimo?

En la aérola de un seno joven como la noche
se esconde el hombre, guarda su amor,
como si fuera oro, en su almohada
o a la luz de un farol.
El murciélago duerme como péndulo
y guarda nada más el día ofendido.

A mis ochos hermanos y a mí nos legó nuestro padre
su casa en la que por la noche
caía la lluvia entre las tejas rotas.
Pagamos la hipoteca y conservamos los murciélagos.
Ahora se debaten en nuestros muros,
ciegos como nosotros.



LOS POBRES EN LA CENTRAL DE AUTOBUSES

Versión: Margareth Cuellar


Los pobre viajan, en la central de autobuses
levantan los cuellos, como gansos para mirar
los letreros del autobús.  Sus miradas
son de quien teme perder alguna cosa:
la valija que guarda un radio de pilas y una chaqueta
que tiene el color del frío en un día sin sueños,
el sándwich de mortadela en el fondo de la bolsa,
el sol del suburbio y polvo más allá de los viaductos.
Entre el rumor de los altoparlantes y el acelerar del autobús
temen perder su propio viaje
oculto en la niebla de los horarios.
Los que dormitan en los asientos despiertan asustados,
aunque las pesadillas sean privilegio
de los que abastecen los oídos y el tedio de los psicoanalistas
en consultorios asépticos como el algodón que tapa la nariz de los muertos.
En las filas los pobres asumen un aire grave
que une temor, impaciencia y sumisión.
¡Qué grotescos los pobres! ¡Y cómo sus olores
Incomodan la noción de la conveniencias, no saben comportarse.
El dedo sucio de nicotina restriega el ojo irritado
que del sueño retuvo apenas la legaña.
Del seno caído y dilatado escurre un hilillo de leche
hacia la pequeña boca habituada al llanto.
En la plataforma van y vienen, corren, aseguran maletas y paquetes,
hacen preguntas inconvenientes en las ventanillas, susurran palabras misteriosas
y contemplan las portadas de las revistas con el aire de espanto
de quien no sabe el camino del salón de la vida.
¿Por qué ese ir y venir? Y esas ropas extravagantes,
esos amarillos de aceite de palmera que duelen a la vista delicada
del viajante obligado a soportar tantos olores incómodos.
¿Y esos rojos contundentes de feria y parque de diversiones?
Los pobre no saben viajar ni vestirse.
Tampoco saben vivir: no tienen noción del bienestar
aunque algunos poseen hasta televisión.
La verdad es que los pobres no saben ni morir.
(Tienen casi siempre una muerte fea y poco elegante).
En cualquier lugar del mundo incomodan,
… viajeros inoportunos que ocupan nuestros lugares aunque viajemos
sentados y
… ellos de pie.


ASILO SANTA LEOPOLDINA

Traducción de Stefan Baciu y Jorge Lobillo


Todos los días vuelvo a Maceió.
Llego en navíos desaparecidos, en trenes sedientos.
En aviones ciegos que sólo aterrizan al anochecer.
En los estrados de las plazas blancas pasean cangrejos.
Entre las piedras de las calles escurren ríos de azúcar
fluyendo dulcemente de los sacos almacenados en los trapiches
y clarean la sangre vieja de los asesinados.
Luego que desembarco tomo el camino del hospicio.
En la ciudad donde mis ancestros reposan en cementerios marinos
sólo los locos de mi infancia continúan vivos a mi espera.
Todos me reconocen y me saludan con gruñidos
y gestos obscenos o ruidosos.
Cerca, en el cuartel, la corneta que chilla
separa la puesta de sol de la noche estrellada.
Los locos lánguidos bailan y cantan entre las gradas.
¡Aleluya! ¡Aleluya! Más allá de la piedad
el orden del mundo brilla como una espada.
Y el viento del mar océano inunda mis ojos de lágrimas.



EL PÁJARO MUERTO

Traducción: Francisco Cervantes

La santidad del mundo se me aparece
bajo la forma espantada de ardilla
que me contempla entre los arbustos.
Debo esta aparición al Dios que me creó
y me hace notar lo menudo y lo insólito.
El polvillo en el ala de la mariposa,
En la lluvia radiante.
Me agacho y agarro el pajarito muerto
que ni la nieve supo guardar.
¿Por qué lo has matado, dios del frío,
que, en la noche de Nueva York, unes a hombre y mujer?
Como una hormiga, espero a que pase el tren
para atravesar
las vías ensangrentadas del óxido
y, diamantero, amo lo que el tiempo hizo
sin que fuese necesario herir o insultar;
ola en la plancha putrefacta de un navío
o el fulgor de un diamante.
A esa forma de perfección, luminosa y fría
es a la que aspiro a veces cuando, en el banco de un parque,
veo a un pajarito muerto
u, hombre, soy una ardilla que las ardillas
vienen a mirar con sorpresa.
A los cielos, que guardan el granizo y la pedrisca,
pido la no implantación del sello funerario.
¿Pero cómo ese dios sordo me oiría?
¿Cómo sus ojos vacíos, de qué modo
m adivinaría? Y las hojas caen, deslavadas, y el otoño
es viento y putrefacción.



A LA PATRIA

Versión:Héctor Carreto


Esta noche, en Toronto, junto a un lago de hielo
que es inmune al graznido de los gansos,
una patria ofendida surge de lo oscuro
y sale a mi encuentro con su sol y andrajos.

A su alrededor están los habitantes
del suelo silencioso de los mangles, la señal del semáforo
que como un ave se estremece en la marejada
y los mendigos que esperan la muerte bajo el paso a desnivel.

Mientras camino bajo la nieve de esta noche extranjera,
entre la sílabas negras de los frígidos pinos,
murmuro al viento tu nombre devastado.

Oh patria desamada, oh ramera,
mientras más me distancio, tu espina
más punza en mi mano inútil y helada.



EL PORTÓN DE LA NOCHE

Versión: Rubén Mejía


El portón permanece abierto el día entero,
pero en la noche y o mismo lo cierro.
No espero a ningún visitante nocturno
a no ser el ladrón que salta el muro de los sueños.
La noche silenciosa que me hace escuchar
el nacimiento de los manantiales en los bosques.
Mi cama, blanca como la Vía Láctea,
es angosta para mí en la noche negra.
Ocupo todo el espacio del mundo: mi mano desatenta
Derriba una estrella y ahuyenta un murciélago.
El latir de mi corazón intriga a las lechuzas
que, en las ramas de los cedros, rumian el enigma
del día y de la noche paridos por las aguas.
En mi sueño de piedra quedo inmóvil y viajo:
soy el viento que palpa las alcachofas
y enmohece los arreos colgados en el establo,
soy la hormiga que, guiada por las constelaciones,
aspira los perfumes de la tierra y del océano.
Un hombre que sueña es todo lo que no es:
el mar dañado por los navíos,
el silbido negro del tren entre hogueras,
la mancha que ennegrece el tambor de querosén.
Cierro el portón antes de dormir,
mas en el sueño se abre. Quien no vino de día
pisando las hojas secas de los eucaliptos
viene de noche, pues conoce el camino, al igual que los muertos
que aún no han venido, pero saben dónde estoy,
—cubierto por una mortaja, como todos los que sueñan
y se agitan en la oscuridad, gritando las palabras
que huyeron del diccionario y fueron a respirar el aire de la noche que huele a jazmín
y al dulce estiércol fermentado.
Los visitante indeseables atraviesan las puertas atrancadas
y las persianas que filtran el paso de la brisa, rodeándome.
¡Oh misterio del mundo, ningún candado cierra el portón de la noche!
Fue vano pensar que el anochecer dormiría solo,
protegido por el alambrado de púas que cerca mis tierras
y por mis perros que sueñas con los ojos abiertos.
En la noche, una simple brisa destruye los muros levantados por los hombres.
Aunque mi portón va a amanecer cerrado,
sé que alguien lo abrió en el silencio de la noche
y participó en la oscuridad de mi sueño inquieto.



LA QUEMA

Versión: Rubén Mejía


Quema todo lo puedas:
las cartas de amor
las cuentas telefónicas
la lista de la ropa sucia
las escrituras y los certificados
las indiscreciones de los colegas resentidos
la confesión a medias
el poema erótico que ratifica la impotencia
y anuncia la arterioesclerosis
los recortes antiguos y las fotografías amarillentas.

No dejes a los herederos hambrientos
Ninguna herencia de papel.

Sé como los lobos: habita en una cueva
Y sólo muestra a la canalla de las calles tus dientes afilados.
Vive y muere encerrado como un caracol.
Di siempre no a la escoria electrónica.

Destruye los poemas inacabados, los esbozos,
las variantes y los fragmentos
que provocan el orgasmo tardío de los filólogos y académicos.
No dejes a los catadores de basura literaria ninguna migaja.
No confíes a nadie tu secreto.
La verdad no puede ser dicha.


Extraídos de: La Tierra Allende; antología poética 1944-2005. Edición bilingüe.  México: Libros 1001 Lo Poesible, 2005, con la debida autorización del autor.


De
RÉQUIEM
Traducción de Jorge Lobillo
México: Alforja, 2008
(edición bilíngüe)
EL RAYO

El rayo que cayó dividió el verano.
La cisterna de luz escurrida en la tierra
bajo la nube purpúrea y el vuelo del gavilán,
y me alcanzó de lleno, en medio de mí,

como el aroma de la flor que se yergue en el jardín
para imponer a quien pasa el dominio del instante.
El sol desmoronado esconde sus rayos
en la dulzura de la paja esparcida en el establo.

La serpiente agoniza, vuelta coral.
La hierba abre camino al silencio de los hombres
que escalan las montarias doradas dei otono.

Entre los que van y vienen yo también vengo y voy.
En los tormentos dei mundo fui multiplicado
y de tanto existir ya no sé más quién soy.


EL DESCONSUELO

El dia está lleno de palabras.
Ellas escurren como el agua de los albañales o la saliva de
                                                                  la boca de los demagogos.
Se esparcen en el suelo como las hojas de un otoño
                                                                                     excesivo.
Transbordan en los basureros junto a las latas de Coca-Cola
                                                                           y restos de comida.
Son piojos que avanzan en la selva de la tarde.

Nadie puede vivir sin las palabras.
Esto explica el desconsuelo de los pasajeros del metro.
Condenados a un silencio temporáneo
se miran entre si sospechosamente en la plataforma de la                                                                                            estación
y se estremecen cuando las puertas dei tren se cierran.

Mecidos por los traqueteos de un itinerário sin paisaje
oyen a los vagones rechinar en los carriles taciturnos
en la oscuridad que sustenta el clamor de la ciudad.
Es lo que sobra del rumor del mundo. Pero ellos quieren
el instante en que, devueltos ai día locuaz, vuelvan a hablar.

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